Alegoría de la libertad
La libertad nos la venden como si fuera tan dulce e inocua como un refresco con burbujitas: falso. La libertad es una cuestión peliaguda. Cuando las grandes decisiones están en nuestras manos, somos responsables de las consecuencias. Por eso las sociedades, incluso las más liberales, generan carriles invisibles pero muy palpables; si los seguimos quizás nuestra vida sea tan interesante como una grapadora fabricada en China y no se nos ahorrarán sufrimientos pero estaremos integrad@s y, sobre todo, las grandes decisiones nos vendrán dadas por la normalidad (entiéndase por normalidad aquello que todo el mundo hace, incluidos errores que arrastramos desde que bajamos de las acacias). La libertad - que además nunca puede (ni debe) ser absoluta - no duele menos que seguir los carriles, la libertad no nos libra de cometer errores, pero serán dolores y errores (también aciertos y alegrías) de una existencia propia; habremos logrado ser, no solo estar. Cerrad los puños aunque sangren y adelante; solo tenemos garantizada una vida.
Cámara Pentax K1000 objetivo (quizás) Pentax 50mms. f:1.7 Diapositiva BN Agfa Diadirect iso 32 escaneada. Montaje de espejo en Photoshop (sistema de capas)
Txema Bacaicoa (Colectivo IS)