Sí, a veces los músicos callejeros proporcionan momentos mágicos y es forzoso reconocer su aportación a la humanización de las ciudades. La foto documenta bien al sujeto y al entorno, que están en armonía (una guitarra eléctrica no quedaría igual de bien en ese enclave).
Hace poco tuve la oportunidad de disfrutar en ese mismo punto, de la actuación de dos chicas cantando temas operisticos con sus bien educadas voces. Como dices, fue otro momento dulce. Me encanta el documento
Salvador Solé Soriano