La "fotografía zen" siempre ha sido de mi agrado y esta toma tuya es un excelente ejemplo. Sin espectaculares pirotecnias crepusculares sin rocas con forma de caballos montados por águilas; solo dominio técnico al servicio de una refinada visión estética. Y ahí queda el poema. Toda una lección de buen ver y buen hacer. También es cierto que te han de emocionar este tipo de cuasi-vacíos. Pero a mí me emocionan.
Salvador Solé Soriano