Me recuerda a Loquillo, de los Trogloditas, cuando - hace ya tres décadas - se hizo famoso.
El desenfoque del entorno ayuda a separarlo del sujeto, ese giro de cabeza tiene cierta naturalidad de estilo clásico y el tono de la piel resulta convincente, así como la iluminación del rostro. No sé si el título es una broma a costa de la expresión ceñuda del muchacho, pero igualmente me parece un buen retrato.
Una cierta melancolía parece desprenderse de la expresión del modelo, quizás real, quizás una pose, o puede que solo vista por un servidor. En cualquier caso, una toma agradable bien resuelta
Salvador Solé Soriano