El corazón del desierto
Corralejo, isla de Fuerteventura, abril 2008.
La imagen no está muy vista, vale, pero - por sí misma - tampoco le va a quitar el hipo a nadie; esta foto es un ejemplo rotundo de lo mucho que la fotografía necesita, a menudo (si no siempre) de un texto que la complete, la dote de profundidad conceptual y/o sencillamente la explique.
Lo que estáis viendo es el inició del desprendimiento de arena que hace avanzar una duna; el viento empuja constantemente granos de arena desde el lado de barlovento hacia el lado de sotavento de la duna; ahí se acumulan cada vez en un ángulo de inclinación más precario hasta que la gravedad desata el pequeño alud; este se extiende en todas direcciones y, al final del proceso, unos cuantos kilos de arena han descendido la pendiente de manera que la base de la duna ha avanzado unos centímetros. En jornadas ventosas, estos “aludes” suceden a lo largo de toda la duna y, a los pocos días, se constata que toda la gran onda de arena se ha desplazado haci allí donde el viento se pierde en el horizonte.
Que, en ocasiones, el motor de semejante fenómeno tenga (en su fase inicial), precisamente, la misma forma que el motor que nos mueve fisiológicamente a las personas (el corazón) es una afortunada coincidencia que precisa ser explicada, pues quizás la verdadera relación entre el título y la imagen no sea evidente.
Cámara Nikon D200 con objetivo Sigma 50-500 mms. f; 4.0-6.3 y trípode.
Iso:100
Exposición (v):1/250 de segundo.
Apertura (f):16
Txema Bacaicoa (Colectivo IS)